La Teoría Crítica de la Raza:
¿la llave a la igualdad social?
De Gracie Bartel y Keyalla Miller (*)
Graduadas de la Universidad de Furman
Imagine si en la escuela los maestros le dijeran que no se enseñarían ni la historia de la guerra revolucionaria ni la declaración de independencia, que son temas sumamente imprescindibles para poder entender la historia de los Estados Unidos. ¿Cómo se sentiría? Muchas personas piensan que estos eventos son muy importantes para la historia de los Estados Unidos y la identidad de muchas personas que son del país.
Para los grupos minorizados, la Teoría Crítica de la Raza, o CRT (“Critical Race Theory” en inglés), y los conceptos enseñados a través de esta teoría, también nos ayudan a entender la historia de los Estados Unidos, los constructos actuales de la sociedad, los sistemas de poder y opresión en nuestro país, y cómo estos sistemas han perjudicado a los grupos minorizados por siglos. El NAACP define la CRT como: “un marco académico y legal que denota que el racismo sistémico es parte de la sociedad estadounidense, desde la educación y la vivienda hasta el empleo y la atención médica. La CRT reconoce que el racismo es más que el resultado de prejuicios y prejuicios individuales” (traducido del inglés). Este marco teórico es muy relevante para la comunidad latina porque ha experimentado muchas desventajas en la sociedad estadounidense por ser latinx. Si se aprueba el Proyecto de Ley H4325, mucha gente de grupos minorizados se va a sentir exactamente cómo los grupos dominantes se habrían sentido si se hubiera dejado de enseñar la guerra revolucionaria. El proyecto de ley que describimos es el contra la incorporación de CRT en las escuelas públicas en Carolina del Sur. ¿Qué propone H4325?
Carolina del Sur ha propuesto un proyecto de ley que impide que los maestros enseñen CRT, explicando que no se puede enseñar lo siguiente: “(1) cualquier sexo, raza, etnia, religión, color, o el origen nacional es inherentemente superior o inferior; (2) los individuos deben ser tratados adversamente sobre la base de su sexo, raza, etnia, religión, color, o de origen nacional; o (3) los individuos, por razón de sexo, raza, etnia, religión, color, o de origen nacional, son inherentemente responsables de las acciones cometidas en el pasado por otros miembros del mismo sexo, raza, etnia, religión, color, o de origen nacional” (Casa del Estado de Carolina del Sur 2022).
Enfocando en la raza, si se aprueba este proyecto de ley, muchos estudiantes minorizados no podrán explorar en la sala de clase los conceptos que explican por qué las minorías etnorraciales se enfrentan muchas adversidades en nuestro país. Es más: esta ley no afecta sólo a los estudiantes minorizados, sino también a los estudiantes blancos. Si todos los estudiantes no entienden que aún existe el racismo en muchos aspectos sociales y cómo las instituciones sociales producen y reproducen las jerarquías etnorraciales, seguirán fomentando estos ambientes problemáticos e injustos, y no se arreglaría nada (véase el estudio de Fergus en el 2018).
Un ambiente que perpetúa los problemas en los sistemas sociales es uno que facilita la racialización. Según Brown y colegas, la racialización es el proceso social de marginalizar a las personas en función de su raza o etnicidad, y muchos latinxs son afectados negativamente por este proceso. También, a través de la racialización se adscriben ciertas cualidades a grupos específicos y muchas veces éstas son negativas. Crear estas barreras sociales puede causar varias desventajas para la gente marginalizada y racializada. La racialización podría manifestarse en facetas diferentes de la sociedad, como la habilidad de obtener una vivienda, acceso a una educación de alta calidad, acceso a servicios médicos eficaces, y la dificultad de mantener el bienestar en general.
Los grupos hegemónicos producen y reproducen la racialización, y se expresa a través de un concepto teórico que se llama “la mirada blanca”. La mirada blanca es cuando se priorizan las prácticas culturales y lingüísticas de los grupos en poder y se espera que todos se conformen a ellas. Por ejemplo, según un estudio de Yarbrough en 2009 en el que se enfocó en las experiencias de la comunidad latina en el sur, mucha gente de los grupos dominantes frecuente y erróneamente pensaba que las personas latinas e hispanohablantes eran criminales o no vivían en los Estados Unidos con autorización, a pesar de que estos supuestos no se basaban en la realidad.
También este sesgo contra la comunidad latina es evidente en el estudio de John Baugh que mostró que los caseros o dueños de las viviendas no querían alquilar apartamentos a las personas que tenían acento hispano hablando en inglés por teléfono. Estos casos nos muestran que las consecuencias de la racialización y la mirada blanca tienen efectos dañinos y muy reales para mucha gente latinx.
La racialización de los latinxs no sólo tiene ramificaciones sociales, sino también físicas y mentales. Según la investigación de Viruell-Fuentes en 2011, el estrés sufrido por la gente racializada en ambientes hostiles donde hay estereotipos y estigmas perjudiciales, puede afectarles negativamente la salud y el bienestar. Y, por encima de todo, ya que la gente que experimenta este estrés no suele recibir buena atención médica o ayuda emocional, cuando se busca soluciones, hay pocos recursos y peor tratamiento sanitario. Así que es un círculo vicioso.
Si sabemos todo esto, ¿qué podemos hacer? Es imprescindible que no se prohíba la enseñanza de la CRT en las escuelas porque, con su incorporación, se podría fomentar más entendimiento e igualdad entre todos los miembros de nuestra comunidad local y nacional. A través de explorar temas como la CRT, la racialización, y la mirada blanca, podemos entender mejor las muchas desventajas a las que se han tenido que enfrentar las comunidades latinas a lo largo de la vida y por qué no se han resaltado los muchos aspectos fuertes de estas comunidades. Mientras trabajamos en ello, algo que necesitamos hacer en este momento es identificar y derribar los sesgos implícitos para dar pasos hacia una cultura inclusiva y productiva para todos.
Gracie Bartel se graduó de la Universidad de Furman este mayo pasado con títulos en el español y la sostenibilidad (gracie.bartel@furman.edu)
Keyalla Miller se graduó de la Universidad de Furman este mayo pasado con títulos en el español y la psicología (keyalla.miller@furman.edu)
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